martes, 16 de octubre de 2012

This Is The End: Mis cierres de disco preferidos


En la vida, lo mejor del viaje es el camino, poder disfrutar de cada paso como si fuera el último. Pero toda historia llega a su fin. Un final que podrá ser mejor o peor, pero inevitable al fin y al cabo. Todo empieza y todo acaba, irremediablemente, pero la experiencia nos dice que los mejores recuerdos que al final guardamos son aquellos que te marcan, y que esa última sensación vivida la recordarás para siempre.

En la música, los viajes transcurren alrededor de un disco y el camino a transitar las canciones que lo componen. Y esa última sensación de la que os hablaba, la que te recorre el oído por última vez es esa baldosa final por pisar para completar el camino. Esa canción para el recuerdo, ese final inolvidable. Desde la subjetividad más absoluta, estos son mis cierres de disco preferidos:
  • The End - The Doors (1967) de The Doors: No podía empezar esta lista sin mencionar al tema que da nombre a esta entrada. El último corte del álbum debut de la banda california es otra demostración de esa magia que contenía la música de The Doors sumada a un Jim Morrison más "King Lizard" que nunca. De la sobriedad a la pura rabia y desmesura frente a un micrófono que se estremece cuando escucha de la voz de su amo "Father/ Yes son?/ I want to kill you/ Mother, I want to ...".
  • La Copa De Europa - Una Semana En El Motor De Un Autobús  (1998) de Los Planetas: Una mención a la música española también es obligada y del todo justa si hablamos de uno de los mejores discos de la historia del rock español y el cénit del indie en castellano. Un in crescendo constante durante 9 minutos aderezado con una orquestación magistral que se fusiona con la voz tan peculiar que posee Jota, dotando al tema de una melancolía épica.  
  • Eclipse - The Dark Side Of The Moon (1973) de Pink Floyd: Ya que hemos comenzado hablando de viajes, no hay ninguno más importante que el viaje a la Luna, en esta ocasión, a su lado oscuro. Pink Floyd llegó 4 después de Neil Armstrong, provocando un eclipse que cambiaría la historia de la música. 
  • God Save The Queen - A Night At The Opera (1975) de Queen: El 4º disco de Queen, sin duda el mejor y más completo, nos regalaba este hermoso homenaje (tras la no menos hermosa y perfecta Bohemian Rhapsody) del Dios Salve A La Reina. Impagable ver tocarla a Brian May en el tejado de Buckingham Palace.
  • Take It Or Leave It - Is This It (2001) de The Strokes: El corte final del mejor álbum de lo que va de milenio, y que sin duda revolucionó la música allá por 2001, es una declaración en toda regla a base de garage y punk, donde la voz rota de un Casablancas en estado de gracia ciertamente se ve hasta eclipsada por el increíble juego entre la Epiphone Riviera de Valensi y la Strato de Hammond. O los amas o los odias, o los tomas o los dejas, pero son tan buenos...
  • Butterfly - Pinkerton (1996) de Weezer: "La verdadera biblia para una generación", "el vito relato escrito y sonoro de los confusos sentimientos de alguien que sufre", "El mayor disco emo de siempre". Todo esto es Pinkerton, el segundo álbum de Weezer, autentico fracaso comercial tras el éxito que tuvo el Blue Album, repudiado en su día y ahora venerado como uno de los mejores discos de los 90 y de la historia, y que cerraba con el tema más acústico de todos, Butterfly, una de las declaraciones de perdón mas bellas y emocionantes que yo haya escuchado nunca. 
  • Purple Rain - Purple Rain (1984) de Prince: El tema que daba nombre a la película y a su respectiva banda sonora es la obra cumbre en la extensa (a ratos tediosa) trayectoria del genio de Minneapolis. Rock y gospel durante 8 minutos y medio que estallan cuando Prince, guitarrista infravalorada donde los haya, literalmente hace llorar su guitarra en ese magnífico solo que recuerda al Maggot Brain de Funkadelic. No era lluvia púrpura, eran lágrimas. 
  • A Day In The Life - Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) de The Beatles: Cuando dos de los mayores genios de la historia de la música como Lennon y McCartney unen, no sólo su calidad, sino también sus canciones, ocurren cosas extraordinarias. Dos canciones totalmente distintas y únicamente unidas bajo una orquestación desembocando en un acorde de 40 segundos que se desvanece hacia el infinito para completar seguramente el mejor disco de la historia. 
  • Rock & Roll Suicide - The Rise & Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars (1972) de David Bowie: La vida y milagros de Ziggy, del cual 40 años después no se sabe si era el extraterrestre o el mesías anunciador (gracias Bowie), terminaban de una forma tan rockera y hedonista que ni cualquiera del Club de los 27 la hubiera firmado mejor. Muerto sobre un escenario. Ziggy era demasiado bello para este mundo.
  • The End - Abbey Road (1969) de The Beatles: Si hemos comenzado por The End, había que acabar con otro The End. Ya sé que la ultima de Abbey Road es Her Majesty, pero únicamente lo es de forma fortuita, así que por expreso deseo de Sir Paul, lo mantengo así. Y es que realmente, el epitafio musical de The Beatles lo encontramos aquí, al final del Medley que compone la cara B del disco. El único solo de batería de Ringo Starr en toda la discografía beatle, los duelos "bajo el solo naciente" entre Paul, John y George Harrison  y un piano que nos da la despedida. Ni más ni menos. The End no es sólo el último tema grabado en estudio por los 4 beatles, es el final de la era más maravillosa que ha visto la música. No hay mayor final que este.
Y cuando el viaje ya termina, solo me queda por decir una cosa: "And in the end, the love you take is equal to the love you made."

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